21 de Marzo del 2024
“Que Córdoba baile de nuevo en la vida y el fandango, en la belleza y su profunda cultura popular”
Que Córdoba baile de nuevo en la vida y el fandango, en la belleza y su profunda cultura popular

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, redactó una breve historia de Córdoba mediante la red social X, expresando las contradicciones que ha suscitado la historia nacional y las que enfrenta el camino por la paz. Este es el relato:

A Córdoba llegó a principios del siglo XX un inmigrante pobre italiano de ideas revolucionarias: Vicenzo Adamo y fundó escuelas del pensamiento del socialismo libertario para campesinos y campesinas que empezaron a luchar por la tierra. De allí surgieron Juana Julia Guzmán y Manuel Hernández “El Boche” fundaron los baluartes rojos campesinos que eran cooperativas de producción de alimentos, hasta que los terratenientes asesinaron al Boche con sus perros de caza y sus escopetas. Desde entonces en Córdoba la violencia acompañó la lucha por la tierra del campesinado.

Décadas después otro descendiente de la inmigración pobre italiana en Córdoba, se dejó influenciar de las ideas del fascismo genocida y reaccionó contra la violencia insurgente del EPL que había absorbido el inmenso movimiento campesino que se desarrolló en Córdoba en la época de la reforma agraria a principio de los años setenta: Salvatore Mancuso.

Mancuso con los Castaño venidos del narcotráfico de Antioquia y asesorados desde el Estado por comandantes militares se pusieron en la tarea de exterminar el movimiento campesino que había originado Vicenzo Adamo, y se pusieron a «cazar» los dirigentes campesinos como lo hicieron los terratenientes con “El Boche” .Mancuso y los Castaño desencadenaron la violencia paramilitar en Córdoba y realizaron masacres de comunidades campesinas precisamente donde en los años treinta se crearon los “Baluartes rojos,» de » el Boche» y Juana Julia Guzmán.

La élite terrateniente del departamento, dueña de la política y el poder, habían sido agredidos violentamente por el EPL y de inmediato, aplaudieron, festejaron y entregaron sus hijas, a quienes volvían a Córdoba a su «estado natural»: un departamento sin campesinos, sin rebeldía. Olvidaron el porro y el fandango y escucharon las músicas norteñas mexicanas. Los gritos libertarios se apagaron, el movimiento estudiantil fue asesinado, la universidad de Córdoba pasó a manos paramilitares. Los liberales y conservadores se volvieron uribistas y hasta el EPL, antes guerrillero, y ahora desarmado se pasó en gran parte al bando paramilitar. La noche vino y el porro se escuchaba en las noches, en silencio.

En los setentas yo escuché de mis tíos las historias de la lucha campesina, el Cordobazo estudiantil “¡Va a estallar una revolución en Córdoba!”, me decían. También éramos descendientes de la inmigración pobre italiana en ese departamento.

Me hice revolucionario del M19 y en Córdoba «me hice libre», siempre soñé con reivindicar su pueblo campesino y hacer allí la reforma agraria. Lo hablaba en las noches de Ciénaga de Oro entre guitarras, porros musicales, poesías y amores con mi amigo Enán Lora Mendoza, el joven que me presentaba los dirigentes campesinos de la ANUC para que entraran al M19, intuía que la violencia contra los ganaderos que desataba el EPL podía ser sustituida por un pacto democrático con el M19. Salimos ambos a la guerra. Enán fue torturado y asesinado por el DAS.

Recogí su cadáver calcinado en una carretera cercana a Bogotá y tuve que mandar el cuerpo del cantor poeta en un avión de carga a su tumba en Ciénaga de Oro sin cumplir el sueño de emancipación campesina.

Ahora me he vuelto presidente de la república y estoy en Córdoba. Me encontraré con Mancuso, el que pudo haberme asesinado, y un Petro, descendiente de campesinos italianos, le pedirá la verdad y su ayuda para que miles de campesinos sin tierra puedan acceder a la tierra que hoy lucho por entregarles. Será la indemnización a la violencia. Los flujos de la historia y de la humanidad nos encontraron en la guerra y en la paz.

La diversidad étnica, indígena, negra, árabe, italiana, hispana, mestiza de Córdoba y las paradojas de la historia que fluye, ahora nos reúne. Hace 20 años Mancuso me hubiera asesinado, y hoy desde el gobierno tiendo la mano para que la verdad pueda reconciliarnos y permitir que Córdoba baile de nuevo en la vida y el fandango, en la belleza y su profunda cultura popular.

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