
Corpo Mestiza es una organización que hace parte del Circuito Asociativo Solidario de Bogotá, este proceso combina el arte, la música, la costura, el turismo y la solidaridad en su labor por transformar las vidas de sus integrantes. La Unidad Solidaria habló con Daniel Romero, profesor de esta corporación y uno de los líderes que ha construido el proyecto desde hace años.
Daniel comienza explicando que los niños que hacen parte de Corpo Mestiza, son como semillas de esperanza y las comunidades son ese semillero del que crecen, somos un mestizaje, explica.
Daniel Andrés Romero Dávila es maestro de Arte Danzario de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Su enfoque en danza tradicional colombiana permitió que se graduara con honores meritorios gracias al proyecto “El arte de coincidir como dispositivo formativo para la configuración de las infancias en el barrio Santa Fe”, del que fue naciendo lo que hoy es la corporación.
Daniel empezó hace 7 años el trabajo comunitario cuando en el 2015 colaboraba haciendo acompañamiento y formación pedagógica y metodológica en jardines de apoyo para niños de primera infancia y sus madres.
“Dictando dos clases por semana de cuatro horas más o menos, Innovación con las mamás que más tenían formación profesional para el cuidado, atendiendo población desplazada por el conflicto armado de la costa atlántica y de la costa pacífica, Buenaventura, Cartagena, sobre todo Barranquilla, mucha gente. Y ya, pues del interior un poco, y pues sobre todo también el Golfo de Urabá, lo que es Necoclí, puerto escondido, Turbo y demás”.
Daniel es oriundo de Bogotá, creció en el barrio Santa fe, hijo de profesores. Su familia tuvo que desplazarse desde Santa Marta, por eso, dice, hace este trabajo comunitario actualmente, para reivindicar todos los escenarios, lugares y sucesos que han rodeado su formación y crianza, “por eso nosotros somos sonido mestizo”.
Yo hago investigación hace siete años, a la par que hago el trabajo con ellos (los niños) de reconocer las trayectorias y las trayectorias las vuelvo un dispositivo de formación, de inclusión y de transformación y agenciamiento para las infancias, para darles voz a ellos, buscando garantías y restitución de derechos”, asegura Daniel, sobre el trabajo de Corpo Mestiza.
“Esta iniciativa se empieza a estructurar en el 2020 mediante un modelo de plan de desarrollo radicado en presupuestos participativos, en el que solicitan la asignación de un edificio para los niños donde exista una oferta institucional, una articulación comunitaria interinstitucional que garantice que haya un diálogo en la oferta que permita una atención y un desarrollo integral de las comunidades más vulnerables desde un discurso no generalizador, sino desde un discurso mucho más aterrizado, mucho más caracterizador”.
Para Daniel, este trabajo les da legitimidad en términos de visión, de desarrollo y de cuidado de las infancias y de la gente más necesitada. Ahora, lanzaron 5 semilleros de artes transdisciplinares, “somos un discurso diferente”.
Valeria Astrid Salazar es la líder juvenil de Corpo Mestiza, vive con su mamá y su hermanita de 5 años, que también hace parte de la corporación. “Ser líder del grupo, consiste, digamos, en guiar a los niños. Yo estoy pendiente de ellos, que vengan, vamos a traer los tambores, vamos a traer las colchonetas, vamos a tocar, vamos a escuchar música mientras llegan”, precisa.
Con 14 años, Valeria todavía recuerda cómo fue su vinculación hace cuatro años. “Fue por una prima. Y sí, una prima, el primer día nos vinimos para acá, vimos todo, recorrimos todo el Castillo de las artes. En ese momento creo que era tipo pandemia, entonces todos con tapabocas, en la distancia y así en el quinto piso. Ahí teníamos las clases, empezamos tocando los tambores, nos enseñaron el primer ritmo que era la tambora tambora”.
Valeria dice que era muy insegura y tímida, no hablaba con nadie, “entonces, pues el profesor siempre me ha tratado de ayudar, que no tenga miedo, que trate de socializar más, y eso hacemos y más las del canto, porque cuando teníamos nuestros conciertos no me salía la voz, pero ya no, ya ahorita no tengo pena de nada, ya yo salgo, canto, bailo”.
Junto a Valeria, son más de 15 niños entre los 7 y 14 años los que integran Corpo Mestiza, sin embargo, este grupo también cuenta con las Madres Mestizas, mujeres que, además de acompañar a sus hijas, también llevan a cabo un proceso de economía popular.
Entre ellas, está Yoselin Salazar, madre cabeza de hogar y líder de las mujeres que integran Corpo Mestiza, en su opinión, “cuando un niño o una persona está más entretenida entre el arte y el deporte, no está pensando en cosas malas como la droga o estar robando. Me gusta estar aquí porque mis hijas han aprendido a bailar, a tocar la tambora y con esto nos hemos ido a varios festivales”.
“Decimos que somos madres mestizas porque conformamos las mamás de los niños que son de Corpo Mestiza, entonces nosotras estamos organizadas y hacemos actividades donde tenemos máquinas de coser y con esas hacemos actividades de costura, delantales y algunas otras cositas para vender en feria. Eso nos ayuda a nosotras como mamás y también hacemos unos ahorros de tres, seis meses para hacer unas actividades donde salimos con los niños y compartimos, mamás, niños y profesores”, narra Yoselin.
Además, dice que es la mano derecha de Daniel Romero, siempre está impulsando a las otras madres para participar, “siempre tiene mi apoyo, igualmente yo lo que necesito, ya sea para mis hijas o para el grupo, él siempre está ahí”, asegura.
María Eugenia Duque es una de las madres mestizas, pero también es la única adulta mayor que hace parte del grupo juvenil como Valeria. Llegó hace un año a la corporación gracias a la invitación del profe Daniel, como ella lo llama.
Para María Eugenia ser, por ahora, la única adulta mayor en el grupo de danzas y canto es una fortuna, aunque le ha costado aprender al nivel que lo hacen sus compañeros más jóvenes, ella considera que esta iniciativa aporta cultura al barrio y ha cambiado su vida.
“Por la dulzura del profesor y los niños, ellos me aportan alegría, me aportan felicidad, me hacen sentir como joven. Con tanto niño, pues me hacen ver joven, gracias a Dios, esa oportunidad, creo que jamás se me va a presentar otra vez. Estoy muy contenta con el grupo y con el profesor Daniel, son parte de mi vida, somos una familia”, dice María Eugenia.