11 de Marzo del 2025
Mujeres que dejan huella, entrevista con María Angélica Rodríguez
Mujeres que dejan huella, entrevista con María Angélica Rodríguez

María Angélica Rodríguez Bernal es administradora de empresas, especialista en gestión de entidades territoriales y se dedica a promover el emprendimiento y la innovación hace más de 10 años. Además, trabajó como formadora en el Sistema de Educación para la Asociatividad Solidaria (SEAS). 

Su primera experiencia de cooperativismo la tuvo a los 14 años, tal cual, recuerda, como los jóvenes que ha instruido desde la iniciativa del SEAS. En el salón de clase, lista para otra jornada convencional, vio entrar a Fernando Chávez que dijo, bueno, vamos a formar una cooperativa, ¿quién se quiere meter?
María Angélica recuerda esa primera experiencia: “y entonces bueno, nos metimos, todos, me acuerdo que todos levantamos la mano, perfecto, lo vamos a hacer. Entonces, vamos a empezar a elaborar los estatutos, nos reuníamos, empezábamos a ir. Yo creo que al principio íbamos como por curiosidad, como por que no teníamos nada que hacer los sábados y las reuniones eran todos los sábados, entonces nos fuimos a construir los estatutos y no entendíamos un mucho la verdad.
Pero eso fue como pasando y duramos seis meses construyendo estatutos, porque la construcción de los estatutos era tan rigurosa que era artículo por artículo, cómo es el objeto social, cómo seguir, todo era realmente un debate sobre cada artículo. Cuando tuvimos la oportunidad de tener nuestros estatutos hubo una fiesta grande para celebrar que ya teníamos estatutos. Todo eso pasó cuando yo tenía 14 años.”
Angélica estaba en grado noveno, como los estudiantes a quienes enseñó el modelo cooperativo, cuando llegó a grado once ya tenían una panadería y una champiñonería con la que dieron trabajos y se fortaleció la iniciativa: “Uno de los socios dio el terreno para sembrar champiñones y alcanzamos a tener producción de champiñones. Otro socio dio el local para montar panadería, y entonces montamos champiñón y montamos panadería en el pueblo y trabajábamos todos los asociados por turnos, entonces nos daban unas horas que eran remuneradas y esa fue mi primera experiencia en cooperativismo y ahí empecé a trabajar todos los modelos económicos y yo dije, esto es a lo que yo me quiero dedicar el resto de mi vida, a formar este tipo de iniciativas”.
Tuvo que irse a Bogotá para poder ingresar a la universidad, la cooperativa siguió sin ella, pero la marcó para el resto de su vida. Por eso, luego fue artífice de muchas cooperativas que ayudó a construir como la “Precooperativa Multiactiva-Medio ambiente prima” que comenzó hace pocos días en la vereda de Anatoli con la idea de promover el reciclaje y el cuidado del territorio.
“Esa experiencia de niña, da la posibilidad de que tengamos hoy muchas organizaciones ya conformadas en otras personas que definitivamente son el desarrollo económico”.
Desde la experiencia de Angélica, lo que más diferencia este trabajo asociativo es el verdadero entendimiento del trabajo en equipo, una verdadera cooperación donde no se avance sin el otro: “Y es que es así, no puedes avanzar si el otro no está ahí pensando en el mismo objetivo y lograr desarrollar esa mentalidad cooperativa, porque si es difícil desarrollar una mentalidad individual, emprendedora, ganadora, mira todos los componentes que tiene; ahora tienes que desarrollar esa misma mentalidad, pero que esa mentalidad sea común para toda la organización, para todos los miembros.
Entonces, todos deben estar muy en sintonía, mirando cuál es ese objetivo común, hacia dónde se quiere ir. Pero además incluye un alto sentido social.
Creo que es supremamente importante entender que una cooperativa no es individual. Si yo creo una cooperativa no es mía, tiene que ser para un bien común, porque no es una cosa personal, eso es algo que yo debo tener tanto amor en el corazón que puedo soltarlo en cualquier momento”.
También, recuerda su camino por varios departamentos y cómo ha llegado a ser una mujer que deja huella: “Entendí que los valores cooperativos como el amor, la confianza, la cooperación, la solidaridad con los demás, hacía que lográramos un lugar mejor.
Y ya con una madurez digo, definitivamente yo quiero dejar trascender en la gente. Yo no solo quiero tener dinero, sino que quiero dejar una huella.
Y la y encuentro en formar entidades sin ánimo de lucro en formar personas. La posibilidad de trascender y dejar huella.
En el 2019 fortalecimos más de 500 emprendimientos privados, unidades productivas, proyectos comunales y uno los ve creciendo, entonces uno ve, por ejemplo, una señora que tiene una sola cabaña, pero hoy en día tiene 5 cabañas, Dice uf, la cosa funciona.
En Acacías un malecón que hay al lado del río, logramos fortalecer todas las unidades y hoy en día existe un pasadizo muy bonito en donde cada uno tiene su lugar y se convirtió en una zona turística.
He tenido la posibilidad de trabajar para Arauca, para Casanare, para Meta, para Cundinamarca, para Boyacá, entonces hemos estado trabajando en el territorio, logrando desarrollo productivo. Aunque no todo ha sido exitoso, necesitamos mucha, mucha constancia, mucha disciplina y muchas cualidades de las personas.
Y ahí es donde tenemos que trabajar muy fuerte en los procesos de capacitación a temprana edad, porque va pasando el tiempo y cuando usted ya tiene una edad adulta, pues no logra el mismo desarrollo que logran los jóvenes y los adolescentes”.
Angélica cuenta cuál es, desde su perspectiva el mayor reto que tenemos como sociedad: “Creo que hoy en día esta es una sociedad absolutamente consumista, absolutamente individual y lo vi cuando entramos a hacer el programa de SEAS a la escuela.
No había trabajado con niños tan pequeños, es la primera vez que tengo la oportunidad de hacerlo y vi que cada uno era muy individual, nadie quería ceder espacio, nadie quería pensar en el otro y de hecho existieron debates muy fuertes. ¿Por qué trabajar en equipo? Afortunadamente, la metodología de este de este programa está escrita para que, a través del juego se logre Introducir todas esas habilidades que hay que desarrollar, pero ahí me di cuenta de que el mayor reto que teníamos era lograr trabajar en equipo, lograr pensar en sociedad”. 
También recuerda su casa, los valores y las enseñanzas que aprendió de niña y que ahora replica: “Cada mujer es ejemplar. Mi mamá, por ejemplo, es una mujer absolutamente recta, yo me siento muy orgullosa de que la casa de ella se abra a todo el mundo y a todo el mundo se de comida y a todo el mundo se reciba y las puertas estén abiertas todo el tiempo.
Vengo de una familia que está muy enfocada en desarrollar todos esos valores cooperativos por tradición, mi abuelo donó la escuela en donde hoy estudian muchos niños, entonces la gente podría decir, ¿cómo se le ocurre donar dos hectáreas de Tierra para el colegio? Pues en esas dos hectáreas de Tierra se educan 1000 niños hoy. Hizo que los niños no caminaran tanto, que recibieran su educación, que la vereda tuviera profesionales, que la gente empezará a salir adelante y entonces, ¿ahí qué valdría más?
¿Valdría más la Tierra o toda esa trascendencia que el abuelo dejó?
Un mensaje final: “Para todas las mujeres y además para todo el mundo, la única manera como nosotros derrotamos la pobreza es a través del conocimiento, a través de fortalecer nuestras habilidades de trabajo en equipo, resiliencia, cooperación, para poder afrontar una sociedad que está en crisis y que necesita de cada uno de nosotros para salir adelante”.

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