
Mauricio Rodríguez, director de la Unidad Solidaria, participó en el conversatorio Importancia y los desafíos del microcrédito en el desarrollo de la economía popular y comunitaria, desarrollado en la Universidad Javeriana en Bogotá, el pasado 24 de octubre.
En su disertación, explicó el papel que tiene la estructura de las microfinanzas en la economía popular, alrededor de la construcción de un concepto llamado la comunalidad; concepto que surge de un texto del maestro mexicano Jaime Martínez Luna, quien explica: “Somos comunalidad, lo opuesto a lo individual; somos territorio comunal, no propiedad privada; compartencia, no competencia; somos politeísmo, no monoteísmo; somos intercambio, no negocio; somos diversidad, no igualdad, aunque a nombre de la igualdad también se nos oprime; somos interdependientes, no libres; tenemos autoridades, no monarcas”.
El director de la Unidad Solidaria entregó elementos de juicio para entender la comunalidad: “Articulada, sobre todo, no solamente al problema de la economía, sino a las redes y a los flujos de vida que hay en una comunidad específica, que no son solamente la economía. Al menos es la economía, el cuidado o lo que llamamos todos la cultura del chisme; chisme que podía asegurar que esa asociatividad funcionara”.
Agregó que esta práctica ya no existe en la comunidad; que ese tejido comunicacional desapareció cuando las familias se encerraron o en los conjuntos cerrados en los que viven o en sus casas. “Entonces, fuimos perdiendo esos otros elementos de la comunalidad: el cuidado, la cultura del barrio, la cultura de la comunidad, la forma como resolvíamos los conflictos, y nos fuimos quedando en un discurso que es el más pesado de todos, que es el discurso de la economía, de la economía como un intercambio mayoritariamente lucrativo”, comentó Rodríguez.
Invitó a entender las microfinanzas, el crédito popular no en una relación económica, sino una relación de comunalidad para darle más sentido a lo que significa reconstruir las comunidades en el territorio.
“Lo que estamos planteando es que ojalá pudiésemos dejar de hablar de economía solidaria y pudiésemos empezar a hablar de una biopolítica de la solidaridad. A ver si entendemos que lo que necesitamos no es solamente relaciones económicas, sino relaciones de vida, que la vida de una comunidad se pueda tramitar a través de eso que Jaime Martínez Luna llama la compartencia.
“Ustedes dirán: ‘Eso es muy romántico, ilusorio, lindo, pero imposible. Háblenos de las finanzas y los intereses a 0% que dijo el presidente Petro’. Bueno, lo cierto es que no vamos a poder utilizar eso, si no tenemos en cuenta que ese va a ser un músculo, solo uno, para reactivar la vida de la comunidad, la vida de ese tren, de ese tejido que tiene que resaltarse en clave de fortalecimiento de la economía popular”, explicó el director de la Unidad Solidaria.
Señaló que los barrios y las comunidades vivieron el proceso de erosión de las bases económicas, que sufrieron grandes territorios a los que dedicaron al extractivismo. Es decir, que también son víctimas de esto que Eduardo Gudynas llama las economías de rama, pues de la misma manera como llegó la transnacional del carbón, se instaló en una zona, sacó a la gente, montó la mina y dejó el cráter, sucedió lo mismo con las economías del barrio. “En mi barrio había tenderos zapateros, panadero, costurera, boticario, y todo eso lo cooptó el mercado.
Digámoslo en estos términos volviendo a una tesis que escribió De Sousa por allá en los 90, en un libro que se llama De la mano de Alicia. En esa disputa entre el Estado, mercado y comunidad la más desfavorecida fue la comunidad cuando ganó el mercado, y el mercado cooptó al Estado e hicieron que sucumbiera la comunidad”, argumentó.
A lo anterior, propuso una tesis sobre la necesidad de las microfinanzas, a las que les da la responsabilidad de volver a dar vida a la comunidad: “La comunidad no necesita que le prestemos plata para resolver el problema del consumo; la comunidad necesita plata para volver a tener una venta de empanadas o para resolver el problema de los hilos en la máquina de coser. Es decir, lo que necesitamos es un crédito que sea productivo y que sea rotatorio. O sea, que se pueda pagar no con las reglas del mercado tradicional, sino con las reglas del mercado popular”.
Al entenderlo de esta manera, se podría entender el problema de las organizaciones, mucho más allá que el crédito o la plata, porque se empezaría a recuperar un circuito comunal que se perdió con el mercado y con el Estado. Si se logra trabajar en esa lógica, se podría trabajar juntos y optar para que la solidaridad sea un camino al buen vivir.
Expuso algunos ejemplos. La experiencia en Buenos Aires llamada Villa 31, creada a través de un sistema de cuidado comunal y de crédito comunal, “donde la señora que más sabe es la contadora, la otra señora es la de la escuela que funciona en el barrio, porque esos niños no tienen ni siquiera escuela. Villa 31 tiene un poder comunal descomunal, porque ha logrado organizarse a sí misma y el crédito se ha convertido en factor determinante”.
También habló sobre experiencias de moneda propia como en Veracruz y en Medellín, que han servido para que los excluidos busquen el crédito y la manera de mover su propia moneda para resolver un problema de inclusión a través del apoyo mutuo, o de la solidaridad.
Finalmente expresó: “Creo que lo que tenemos que lograr es que el crédito productivo o el crédito popular vaya a fortalecer esas cadenas de producción que sacó el mercado de las comunidades. Significa dejar comunidades con mayor capacidad productiva, volver a los saberes propios de esa misma comunidad, devolverle a la comunidad la posibilidad de tener sus propias máquinas de coser, aunque sea para los rotos o para producir la ropa del colegio, o para producir el uniforme de los obreros, para producir el pan que consume el barrio. Cómo logramos que el crédito popular apalanque la producción para salir de comunidades en donde funciona la erosión y la economía de ramas, a economías empoderadas económicamente para hacerse mucho más poderosas desde el punto de vista político y social”.