
Felipe Ramírez, integrante de la dirección de derechos fundamentales del Ministerio del Trabajo, que participará en el Foro “Jóvenes y economías para la vida” de ECOOVIDA 2024, habló sobre el papel de la juventud en la lucha por la defensa de las economías para la vida.
Nuevas alternativas
En este evento de ECOOVIDA, la voz de la de las juventudes es muy importante, toda vez que vivimos unos tiempos convulsos, una turbulencia global. Vemos cómo todos los días hay crisis hídricas, temperaturas elevadas, destrucción del medio ambiente, existen guerras, genocidios y todas esas problemáticas mundiales tienen un sector predilecto en el cual se suelen concentrar todas estas dificultades que es la juventud, somos las y los jóvenes quienes pagamos los platos rotos de lo que se ha denominado economías de la muerte, esas economías que sólo les importa el valor de cambio y no satisfacer las necesidades de las personas.
La juventud entonces se encuentra aquí encrucijada entre la espada y la pared. Porque sobre sus hombros recaen todos estos escombros de una sociedad que se desmorona, que se fragmenta, destruye a sí misma, pero, igualmente, tenemos las juventudes la oportunidad de transformar esta sociedad.
Tenemos ahí un papel doble, somos quienes más sufrimos los cambios de estas economías de la muerte, pero a su vez tenemos la oportunidad de transformarlo en economías para la vida, en la construcción de otros modelos de desarrollo, de otras alternativas económicas, políticas, sociales que se pongan a tono con las discusiones que tenemos hoy día.
Entonces sobre las juventudes recae una responsabilidad de ponerle un tate quieto a estas formas de producción y construir nuevas alternativas que pongan en el centro la vida.
Porque la vida es lo más importante, cuando se pierde la vida ya no hay nada más que hacer, no es posible recuperarla, decir que, entonces las juventudes tengamos una responsabilidad en eso.
Una generación bisagra
Los jóvenes efectivamente no podemos caer en ese complejo de Adán, decir que vamos a inventarlo todo, creo que las juventudes somos una generación bisagra, debemos recoger esas experiencias de lucha, reivindicación de organización, de defensa de la vida que se han desarrollado por años y que han traído de una u otra forma en medio de todas las dificultades, las generaciones mayores.
Traer a colación todas esas experiencias y quizás darle, no un giro de 180º a esas reivindicaciones, pero sí ponerlas en un en un lugar que responda a las particularidades y los conflictos del siglo 21.
Los problemas que tenemos hoy día no son exactamente iguales de los de la década de los 50 o de antes, hay otras particularidades, el mundo viene transformándose incesantemente y la juventud, como bisagra, debemos recoger todas esas experiencias del pasado y ponerlas a tono con las nuevas reivindicaciones de la juventud, esa es la tarea que tenemos hoy como jóvenes.
Tenemos que impulsar ejercicios de diálogo intergeneracional, impulsar el ejercicio de organización social, que es fundamental, todas las transformaciones que queremos desarrollar, los cambios que queremos hacer, solamente son posibles si existe organización.
Se abre la posibilidad que como jóvenes podamos construir otras formas en el marco de la organización para transformar lo que por décadas se nos ha se ha obligado a hacer a la gente y poder hacer una ruptura y construcción de nuevos elementos, todo, desde la organización, la juventud hay que aprovecharla, toda esa energía, toda esa vitalidad, todo ese entusiasmo y ponerla al servicio de la vida, al servicio de las economías para la vida. Esa es la tarea que tenemos.
El consenso más grande
Creo que el consenso que hay que llevarse es que entendemos todas las particularidades, todas las diferencias que tenemos, como como juventud en temas culturales, en temas étnicos y en temas de trabajo en temas territoriales y nuestras reivindicaciones. Podríamos resumirlo en la necesidad de avanzar de forma unitaria.
Somos una cuadrilla variopinta, pero el consenso es que eso, al contrario de restar lo que hace, es sumar, enriquece los debates, las perspectivas, amplía el horizonte y el marco de ECOOVIDA, lo que habría y seguramente lo que ocurrirá es que podremos ver toda esta heterogeneidad.
La unidad, sin duda, debería ser el consenso general sobre el cual debería avanzar estos ejercicios de lo que esperamos que sea ECOOVIDA, la unidad en defensa de la vida.
Si nosotros logramos colocar la vida o a la defensa de la vida, estoy seguro que las demás particularidades de los demás debates, las demás diferencias, no es que no sean importantes, pero digamos que pasan a un segundo plano.
Entonces esa unidad sobre el respeto de la vida y de allí ir construyendo paso a paso en más espacios, en las instancias de participación en más escenarios, porque este no será el último escenario y allí pues iremos aterrizando y construyendo.
Una nueva mirada
Nosotros desde el Ministerio del Trabajo y todas las reformas tanto la laboral, la pensional, las políticas que venimos adelantando y programas, lo que buscan es resignificar el trabajo para que esté al servicio, precisamente, de la vida.
En esa medida entendemos que somos las juventudes quienes tenemos las tasas más altas de desempleo, quienes tenemos los trabajos más precarios, quienes sufrimos condiciones laborales bajo todo esto que se han denominado los contratos basura y demás formas, en últimas son recortes a las garantías laborales que antaño se tenían.
Queremos posicionar el trabajo como un derecho y como el desarrollo de la potencialidad humana, el trabajo tiene ese lugar, es una característica propia de los seres humanos y si nosotros logramos colocar al trabajo y poder hilvanarlo a la vida, entonces, en ese nivel, la reivindicación del derecho al trabajo sobre esa base, brinda las garantías para que la juventud tenga un trabajo digno, tenga un trabajo decente y pueda vivir sabroso, pueda vivir bien y disfrutar de lo que hace.
Nosotros tenemos una apuesta genuina, una voluntad política clara en que la gente pueda trabajar en condiciones dignas, pueda trabajar feliz, pueda trabajar contenta, sin violencia, sin acoso, sin explotación y sobre esa base, pues tendrá garantías de vida, tendrá una vida feliz.
Nuestro paso por el mundo no es eterno, la vida es corta y no debería ese paso corto estar ceñido por condiciones de precariedad, por pobreza, por desempleo, por angustia, debería ser un paso de despliegue de las potencialidades humanas y eso implica el derecho al trabajo que se ancla, por supuesto con el derecho a la vida.