
“Debemos impulsar un modelo donde los productores se vuelvan dueños de los procesos de transformación y de la comercialización”, afirmó el director nacional de la Unidad Solidaria, Mauricio Rodríguez Amaya, en el programa Avanza el cambio, de la Presidencia de la República.
Lo anterior responde a la problemática ya enraizada en Colombia del papel protagónico de los intermediarios en estos procesos y el relegamiento de los productores de materias primas, que hizo que la industrialización se llevara a cabo por empresas, en su mayoría multinacionales, que dejaban a las personas sin recursos para la reinversión en el territorio.
Los hechos históricos de opresión y desconocimiento de los trabajadores campesinos, son hoy contrarrestados por los Circuitos Asociativos y Solidarios que impulsa la Unidad Solidaria. La semana pasada, elogiando a los pioneros de la industrialización solidaria, los cacaoteros en Arauca, el presidente Gustavo Petro, junto a Mauricio Rodríguez Amaya, manifestaron la necesidad de la unión de tantos otros sectores de la economía popular colombiana.
Así, el pasado lunes 18 de marzo, Rodríguez habló sobre Quibdó, donde los productores del plátano y otros frutos necesitan seguir escalando la cadena de mercado hasta la comercialización de los insumos que cultivan, recogen y pescan, con lo que se lograría que ese capital que se ha fugado de las manos obreras se convierta en una inversión para el desarrollo y el cambio social en las comunidades.
Una de las principales diferencias que tiene esta industrialización solidaria, además de contribuir a la inversión económica en el territorio, es la generación de lazos, lazos fuertes, del capital social, el poder garantizar una economía en la que no se prioriza la competencia entre vecinos sino la solidaridad, la asociatividad y colectivismo entre las personas, generando, además, una paz verdadera y orgánica, propuesta y consolidada desde abajo.