
Comunidades asociadas, liderando proyectos de emprendimiento agropecuarios sostenibles, con importantes aliados comerciales como Crepes & Waffles, Juan Valdez, Coolechera y agenciando el desarrollo de sus territorios junto a autoridades locales e instituciones del orden nacional, son solo algunos de los logros obtenidos por el proceso que inició en el año 2017 y que hoy está en su etapa de cierre.
Un acompañamiento que vinculó tanto a familias restituidas, como a familias no restituidas, 1.287 en total, unidas por un mismo territorio en el que sufrieron de igual manera los embates de la violencia y por el cual estaban llamadas a trabajar conjuntamente para recobrar lo que Silver Polo, Representante de la Asociación AGROSEC de Ciénaga, Magdalena recuerda “en nuestra comunidad se vivía pacíficamente, era muy productiva y eso daba como resultado el buen vivir”.
Panela, cuy, café, pimienta, ganadería sostenible doble propósito (leche y carne) y melicultura (miel) hacen parte de las apuestas productivas impulsadas en estos territorios de las que surgieron o se fortalecieron 28 asociaciones y a las que hoy están vinculadas 1.755 personas, “la experiencia que hemos tenido es que las cosas funcionan y se consiguen a través de los procesos asociativos” afirmó Carlos Carranza, presidente de la Asociación COLAPAZ de Chibolo, Magdalena.
Y es que la Cooperativa Agropecuaria del Centro de Magdalena - COLAPAZ, es la muestra de que la asociatividad es la clave del desarrollo rural, pues su iniciativa ha conseguido no incidir en sus socios, sino potenciar la competitividad del territorio. Lograron mediante un acuerdo comercial con Coolechera participar en todo el mercado de la zona estandarizando precios, uno de los retos más grandes a los que se enfrentan las comunidades rurales, “aquí un litro de leche valía 350 pesos en manos de los intermediarios. Al día de hoy, hemos logrado que el litro de leche se pague a mil cien pesos y nos compran toda la leche que producimos, todo el año”, afirmó María Garceran, una de las asociadas de COLAPAZ y quien, junto a otras socias principalmente mujeres, se están abriendo a otros mercados.
De hecho, María es también una de las fundadoras de la Asociación de Mujeres de La Pola – ASOMUJERIMPAZ - que hoy lidera la iniciativa social y empresarial “Llegó el pan”, la primera panadería de la vereda La Pola. Ella junto a muchas otras mujeres vinculadas a este proceso son parte del 51% que han asumido ser miembros de las juntas directivas, desafiando los roles tradicionales y asumiendo el compromiso de nuevas tareas.
Como COLAPAZ, todas las asociaciones vinculadas a este proceso han consolidado acuerdos comerciales sólidos, sumando ventas por más de 5 mil millones de pesos. Hoy por ejemplo toda la pimienta que sazona los platos de Crepes & Waffles es putumayense, de la Asociación Agropimentera del Valle del Guamuez – ASAPIV, una enredadera que llegó al departamento en la década de los 90 para desplazar a la coca y hoy es símbolo del desarrollo alternativo y de la restitución.
“Estos campesinos, profundamente sensibles, están cultivando una pimienta muy aromática, con notas cítricas, infinitamente mejor a la que estábamos importando. Tenemos una deuda histórica con ellos, que son los guardianes del territorio, de la cultura y del alimento” expresa Felipe María, director de Sostenibilidad de Creppes & Waffles.
Apuestas de emprendimiento con sello de sostenibilidad, no solo porque están accediendo en condiciones justas a los mercados, sino porque todas han sido concebidas bajo prácticas amigables con el medio ambiente. Por ello proyectos como los de la ganadería dejaron de ser, para las zonas a las que llegó este proceso, causal de erosión, deforestación y contaminación de las fuentes hídricas, mediante la promoción de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) y la instauración de sistemas silvopastoriles con 40 hectáreas reforestadas que además ha mejorado la producción lechera.
Del mismo modo la melicultura, concepto impulsado en este proceso busca generar incentivos económicos para la conservación, basado en la protección del ecosistema y de la flora melífera que permite la producción de mieles en armonía con el entorno y el aumento de la productividad gracias a su actividad polinizadora, “los procesos de melicultura que hemos desarrollado en Magdalena y Sucre son una potente propuesta ambiental que está generando prácticas colectivas de conservación. Si se reduce, por ejemplo, el uso de pesticidas y se protege la flora melífera, hay más miel (que los campesinos pueden comercializar obteniendo ingresos adicionales), sino que se aumenta la productividad de otros cultivos, lo hemos visto especialmente en el café”, expresó Beatriz Arismendi, coordinadora de toda esta apuesta.
“RLIP, la sigla lo dice... Redes Locales de Integración Productiva. Estas redes atraen instituciones para favorecer la actividad de nosotros, los campesinos”. Estas fueron las palabras de Rafael Álvarez, representante legal de la Asociación ASOPACCOL de Cedro Cocido, Córdoba, refiriéndose al nombre designado a todo este proceso acompañado por la Embajada de Suecia, la Unidad de Restitución de Tierras y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura – FAO Colombia cuyos resultados se han alcanzado no solo por su iniciativa, sino por la voluntad de alcaldías, gobernaciones, instituciones como el SENA, actores privados e incluso la academia.
Tal y como lo expresa Rafael, un trabajo en red que ha movilizado recursos por más de 7 mil millones de pesos en torno a objetivos de desarrollo territorial favoreciendo a comunidades específicas y a zonas enteras. Trabajo que ha sido agenciado, si bien con apoyo del convenio, por las mismas comunidades quiénes se han sentado en la mesa con estos actores para establecer de manera conjunta planes de acción. “Tenemos una carretera. Antes si llovía no entraba nadie, todo el mundo tenía que dejar las motos aquí en mi predio porque no seguían para allá atrás, pero ahora todos dicen hágale, que llueva, ya no pasa nada. Gracias a la Gobernación, a la Alcaldía, gracias a la Asociación... como estamos unidos, la unión hace la fuerza”, manifestó Marcolfa Merlano, miembro de la Asociación ASOPACCOL.
Tomado de: semanarural.com