
El papel de las mujeres en la sociedad colombiana ha experimentado un notable avance. Por ejemplo, han surgido múltiples iniciativas y espacios de empoderamiento que han permitido a las mujeres colombianas encontrar su voz y hacerse escuchar en diferentes ámbitos. Una de las herramientas clave en este proceso de empoderamiento ha sido la asociatividad, al permitirles unirse, colaborar, fortalecerse y generar un impacto positivo en sus vidas, sus comunidades y territorios.
En consecuencia, escribir sobre mujer y asociatividad es reconocer y darle un lugar al papel que históricamente han tenido en las dimensiones social, política, organizativa, cultural, económica y ambiental; es evidenciar el papel constante que desempeñan desde lo individual y lo colectivo que, comienza, por ejemplo, en la mayoría de los casos, con las tareas de cuidado.
Al respecto, en 2020, de acuerdo con la Escuela Nacional Sindical, el 96% de las personas que laboraban en el trabajo del cuidado son mujeres, aproximadamente 670 mil de acuerdo con cifras del DANE. Para ese momento, solo el 18% estaba afiliada a pensión, el 61% ganaba menos de un salario y, desafortunadamente el 77% recibía alimentos como parte de pago en especie (presentación Ministerio del Trabajo, abril 2022).
Por otra parte, en los ejercicios de asociatividad en cada uno de los territorios, las mujeres crecen, se fortalecen, ganan en autonomía y empoderamiento, contribuyendo en la construcción de tejido social desde las propias vivencias organizativas. Con esto se identifica que estos ejercicios de trabajo colectivo son la vía para consolidar prácticas solidarias, en tanto contribuyen a la consolidación de territorios asociativos solidarios, a través de flujos, interacciones y acciones colectivas, orientadas por principios y modelos de vida solidaria.
Es evidente que la asociatividad solidaria es con las mujeres. Por esto es la apuesta de la Unidad Solidaria impulsar los proyectos de fomento a las prácticas productivas para apoyar la independencia económica y la despatriarcalización de las relaciones productivas.
En la hoja ruta identificamos la necesidad de superar el machismo y el patriarcado para impulsar el empoderamiento económico de las mujeres a través del fortalecimiento de sus iniciativas comunitarias, ya que estas, entre otras, han sido fundamentales en el fortalecimiento de su posición en las comunidades y territorios, permitiéndoles superar los obstáculos que enfrentan en su día a día, lo cual han logrado actuando de manera organizada.
Por ejemplo, en el ámbito económico la asociatividad ha tenido un impacto significativo. Muchas mujeres se han unido en organizaciones agrícolas, artesanales y de producción, que les han permitido mejorar sus condiciones laborales y económicas. Estas les han brindado la posibilidad de acceder a créditos, capacitación técnica y asesoramiento empresarial, lo que ha fortalecido su capacidad para emprender colectivamente y generar ingresos sostenibles para ellas y sus familias.
La asociatividad les ha permitido unirse en torno a temas de interés común, como la igualdad de género, la lucha contra la violencia hacia las mujeres, la defensa de sus derechos, poner en el debate el trabajo doméstico como tareas del cuidado no remunerado, entre otras. De esta manera, las mujeres en los territorios han logrado influir en la agenda política y generar cambios significativos en la sociedad.
Otro aspecto relevante de la asociatividad de las mujeres es su contribución al desarrollo comunitario. A través de la formación de organizaciones y grupos de trabajo, han impulsado proyectos en áreas como la educación, la salud, la cultura y el medio ambiente. Han trabajado de la mano con sus comunidades para mejorar la calidad de vida de sus habitantes y promover el desarrollo sostenible, el cuidado y preservación del agua, la tierra y las semillas. Así, la asociatividad ha permitido unir sus talentos, habilidades y recursos para hacer frente a los desafíos y aprovechar las oportunidades que se presentan en sus territorios.
Desde la Unidad Solidaria estamos ejecutando políticas y programas que fomenten la igualdad de género y su participación en la vida asociativa del país, lo que estamos concretando a través de las agendas territoriales y nuestro trabajo en cada uno de los rincones del país.