
En el marco de la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo), el Ministerio de Educación Nacional presentó los más recientes avances en la implementación de la formación integral en el país, reafirmando su compromiso con una educación transformadora, diversa y pensada en el territorio.
Actualmente, 4.378 establecimientos educativos en todo el país avanzan en la implementación de estrategias de formación integral, gracias a los centros de interés en arte, cultura, deporte, ciencia, tecnología y ciudadanía, en alianza con entidades como Minculturas, Minciencias, ICBF, el Ministerio del Deporte y la Unidad Solidaria, que benefician ya a más de 500.000 estudiantes.
Por su parte, la estrategia CRESE (Ciudadanía, Reconciliación, Educación Socioemocional y Educación para la acción climática), ha llegado a las escuelas, integrando prácticas pedagógicas que promueven la memoria histórica, la reconciliación, la construcción de ciudadanía, y el cuidado del medio ambiente.
Estas buenas noticias se dieron durante el conversatorio "Formación integral: construcción de memoria histórica, apuestas, retos y aprendizajes de una educación para la paz" donde se destacó además el impacto del trabajo intersectorial, así como el compromiso de las entidades territoriales y de los más de 5.600 tutores del Programa Todos a Aprender - Formación Integral (PTA/FI), que apoyan a los maestros y maestras de aula, así como a los profesores de arte, de deporte, de ciencia y tecnología.
La labor de los docentes tutores y tutoras es gestionar la articulación con los aliados, abrir los espacios, los tiempos de la jornada y armonizar con el Proyecto educativo institucional o comunitario.
Este espacio en la FilBo, reunió a representantes del Ministerio de Educación, Ministerio de Cultura, el Centro Nacional de Memoria Histórica, el Archivo General de la Nación, docentes y estudiantes de diversas regiones para reflexionar sobre la construcción de paz desde las aulas y los territorios.
Los aportes del conversatorio señalaron que educar para la paz exige articular saberes ancestrales, lenguajes corporales y prácticas comunitarias, reconociendo el cuerpo como archivo viviente y a la escuela como un escenario clave para restaurar vínculos y formar ciudadanía crítica. Se enfatizó en la importancia de la responsabilidad de la institucionalidad para avanzar hacia una política pública integral de educación para la paz.
Desde múltiples territorios, se reconoció que se debe seguir tejiendo aprendizajes colectivos que partan de las memorias locales, el respeto por la diversidad cultural y la movilización de lenguajes sensibles y creativos.
La formación integral no es una tarea exclusiva del sector educativo, sino una responsabilidad compartida que requiere articulación intersectorial y voluntad política para construir una educación que abrace la vida, la verdad y la paz.
Fuente: Ministerio de Educación.