12 de Marzo del 2024
La Economía Popular
La Economía Popular

La Economía Popular con el Gobierno del Cambio de Gustavo Petro vuelve a tomar importancia en el contexto socioeconómico del país. Según la redacción del periódico El Tiempo, en el año de 1994 el gobierno de Ernesto Samper, en su Plan de Desarrollo ‘El Salto Social’, aspiraba a crear 350 mil empleos con esta economía.

El Servicio Nacional de Aprendizaje -SENA, como instrumento de esa política económica, impulsó la formación de los microempresarios, les proporcionó asesoría en el Centro para el Desarrollo Empresarial y la financiación de los proyectos de estas unidades económicas iba por cuenta de una línea de crédito subsidiada de la Corporación Financiera Popular, adscrita al Ministerio de Desarrollo Económico. Desafortundamente, gobiernos posteriores acabaron con esas políticas de equidad y justicia social.

Esa Economía Popular, conocida en ese entonces como microempresa, se entendía como aquella unidad productiva informal constituida de manera individual o por familias, dueños de sus propios medios de producción, que se daban a la tarea de crear bienes y servicios para un mercado doméstico.

Para el año 1994, según la Escuela Nacional Sindical, participaban en el mercado laboral con el 55.8% de la ocupación. En su mayoría eran de subsistencia, es decir, para sufragar los gastos del día a día y ser opciones paliativas para atacar a la pobreza. Otras, muy pocas, se caracterizaban por acumular capital y reinvertir ganancias; estas llegaban a tener hasta 10 trabajadores con contrato laboral a término fijo, y la producción reducida y de mala calidad por el poco uso intensivo de tecnologías. También tenían un desconocimiento del valor de la producción artesanal o de manufacturas. 

Hoy, el Plan de Desarrollo ‘Potencia Mundial de la Vida’ le da un puesto privilegiado a la Economía Popular y el SENA retoma, después de muchos años, con la estrategia Full Popular, la formación, la asesoría y la financiación, a través de las líneas Crear y Crecer del Fondo Emprender, y la empleabilidad y la certificación de competencias laborales.

El esfuerzo se centrará en el bienestar de los trabajadores urbanos de estos micronegocios, la generación de ingresos y empleos decentes para un gran número de ocupados de esta economía sustancial, excluidos de los beneficios del contrato laboral o del marco legal de los derechos laborales y bancarios.

Ahora bien, la Economía Popular encontrará en el turismo barrial las oportunidades para desarrollarse y generar los impactos deseados de acabar con la exclusión y la desatención de sectores deprimidos por la violencia o el desplazamiento.

En línea con lo anterior, los procesos organizativos y empresariales necesarios los ejecutarán actores válidos de la comunidad cuya misión principal es identificar las necesidades del territorio, inventariar y diagnosticar las potencialidades, reescribir la historia, formular el proyecto y ejecutarlo con éxito en las comunidades; por consiguiente, las Juntas de Acción Comunal y otros actores cívicos y comunitarios son los llamados a cambiar la historia de los barrios.

Llegó la hora para la reivindicación de los sectores microempresariales del Distrito de Cartagena de Indias y del Departamento de Bolivar. Proyectos engavetados como la Asociación de Microempresarios de Cartagena -Asomecar – y la Comercializadora Internacional de Confeccionistas podrían servir para canalizar los objetivos estratégicos del Gobierno Nacional de superar la pobreza y encontrar la Paz Total con esfuerzos colectivos. La Economía Popular apalancará la Economía comunal solidaria para impulsar proyectos de turismo barrial, mercados comunitarios, ruedas de negocios y ferias populares.

Con la Economía Popular, la esperanza de muchos microempresarios renace para tener acceso a la propiedad, al crédito, a los mercados internacionales y, por ende, a mejores ingresos y empleos. 

¡Con la Economía Popular ganamos todos!

Fuente: Revista Metro

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